domingo, 26 de junio de 2016

Suficiente, mente

¿Y si de repente se cayera la luna? 
- Robe, De manera urgente 

Ilustración de Paula Bonet
Era una mañana parisina, Amélie había salido a comprar el pan, se había tropezado en un paso de peatones y había caído desperdigando todas sus cosas por el suelo.

Rápidamente las recogió, y antes de levantarse, observó una cajita de música. Descolorida, bajo el coche que estaba esperando a que se levantara.

Revisó que todas las cosas estuvieran a buen recaudo en su bolsa y se levantó, con un paso algo torpe e inseguro. Deambuló por las calles de Montmartre sin dirección alguna, dejando que sus pies bailaran al ritmo de una melodía inexistente en su cabeza, hasta que frenó en seco y decidió volver a su piso.

Vivía en una pequeña azotea con vistas a la catedral y a los parques, llenos de artistas a esas horas de la tarde. A ella le encantaba, sobretodo porque se encontraba situada encima de un boulevard llamado "Les jours tristes", el cual solía visitar a menudo por la música de piano que tocaban algunos lugareños. Tras pensar en esas partituras, recordó algo: la caja de música. Esa cajita de música.

Recordaba haberla visto antes en su vida, mucho antes de lo que se le pasaba por la mente. Inclusó pensó que la había visto en otra vida, pero luego recapacitó y regañó a su subconsciente por haber exagerado tanto.

Se sumergió en el café que le había traído el simpático camarero torpe, casi ahogándose en sus pensamientos, cuando de repente un grito la despertó.

– ¡Oh, Dios mío!

Recapacitó. Jamás había tarareado las notas de música de aquella cajita, jamás había acompasado sus sentimientos con ella mientras paseaba a orillas del Sena. La recordó de nuevo, recordó el momento en el que el coche la había aplastado. Había sonado un pequeño y ahogado ruido en forma de maullido. El impacto. Cosas y su corazón arrastrándose por la carretera.

– ¡Los animales de la veterinaria se han escapado! ¿Alguien los ha visto? – volvió a oírse en la calle.

No tuvo valor de responder que el auténtico animal se encontraba dentro de ella.

Terminó de tomarse su café, pagó y se levantó apurada, repitiéndose a sí misma una y otra vez: suficiente, mente; suficientemente por hoy.