lunes, 18 de febrero de 2019

Silencios de ti

Ruido. Hubo ruido en cada puto lunar de su cuerpo. En nuestros labios, violentos, fúnebres carcajadas. Ruido en miradas, en su mar chocando con mi tierra, rodeando sus pupilas.

Sordos. Cayendo, o quizá volando. Entre estrellas, cegando nuestros oídos de madrugada, con sonrisas adyacentes al corazón. Y sonaba tan rápido como triste, agresivo, rompiéndose a cada respiración en la que no estaba, bombeando la sombra de nuestro barco en un océano errante, esperando,
esperanza,
con la música de las olas, y deseos guiando su rumbo.

Creando truenos con cada muro que saltábamos para acercarnos. Oyendo cada paso con el que no lograba alcanzarte. Lanzando gritos a la Luna, que nunca parecía escuchar. Arañando gargantas con nuestros nombres. Desgañitando entrañas sin tus presencias. Aullando, sin querer quererte. Y gritando, vociferando, chillando, provocando. Doliendo, dañando, jodiendo y fallando. Hablando, callando, queriendo,
-o amando-. Creando, imaginando, un mundo (pero a tu lado). Haciendo una guerra de cada una de nuestras noches. Disparando, peleando, combatiendo, enfrentando, luchando, batallando.

Alto el fuego.

Y, ahora, silencio.

domingo, 13 de enero de 2019

Droga Onírica


Comenzó a andar, con paso nervioso y los ojos puestos en sus zapatos. Sin destino, solo quería andar. No hay nadie en la calle pero se siente observado, se encoje y esconde la mirada ante su propio reflejo. Poco a poco cobra un paso  firme, huele la determinación en la indeterminación,  y mira hacia adelante.

No entró porque ya estaba dentro, la mujer sin rostro pregunto una vez más.

-        -  ¿la certidumbre de lo falso?

-         -  La falsedad de lo cierto

Silenciosamente introdujo los datos en su blanquísimo ordenador. La mujer sin rostro se le acerco, se puso de puntillas, y  le dio un beso corto y profundo, con su boca inexistente. La dio las gracias y continúo.

Se llevo la mano al pecho, de este brotaba vino. Con la yema del dedo acaricio su tacto, era suave y limpio pero también duro y tosco, era tangible e intangible, lo era todo, menos efímero, y ahora era suyo.

Se sumergió, nado entre las nubes  y planeo el fondo del océano, aprendió de reyes sin reino y huyo de reinos sin reyes, ahorco a las moiras con su propio hilo, se enamoro de la juventud y exilio al tiempo, amo y perdió.

Al fin, se aproximo a él, lentamente, sin prisa, sosegado. Con alivio puso su mano en su hombro y el se volvió, se miro a si mismo, contemplo sus propios ojos  y en ellos vio su alma, un reflejo infinito de si mismo baila en su iris, se encontró con si mismo. Alargo la mano y la estiro para llegar a rozarse, su sinónimo movió sin ganas un dedo, y por un momento se tocaron.


Salió pero antes ya estaba fuera, caminaba nervioso y con la cabeza gacha, huyendo de su propio reflejo. Sin destino, solo quería caminar, para encontrarla de nuevo, atrapado en su sempiterna búsqueda, por la inspiración.