lunes, 2 de abril de 2018

Claro de Luna

Hoy les contaré una leyenda que pueden creer o no, pero que si saben observar, sabrán que es tan real como el presente, y está tan presente como la realidad. 

En el bosque de los arboles perdidos, todo y nada cobran a la vez sentido. Es el lugar en el que los sueños incumplidos ahogan sus penas entre las hojas caídas de los hombres tristes, que al no encontrar su eternidad al echar a volar, se convierten en los sauces que no dejan de llorar.
Allí, las brujas bailan sin temor a la luz del día, y el diablo pierde la noción del tiempo para poder escapar de sí mismo. Al menos por un instante.
Los viajeros perdidos nunca encuentran el camino a casa porque ninguno se para a recordarla, y olvidan cómo buscar. 

Pero no todo es oscuro allí. En un claro del bosque hay un lago de agua de cristal donde la Luna fija sus rayos con atención.
Su luz ilumina a una joven que vestida de blanco baila sonriendo con los pies descalzos alrededor del lago. Ella da vueltas sobre sí misma, con movimientos lentos, al compás de una melodía que hipnotiza a la propia Luna.

Las estrellas, por su parte, no dejan de lanzarse destellos entre sí. Unas sugieren que aquella joven Dama ha perdido su cordura. Otras por el contrario defienden que de hecho la ha encontrado. Algunas incluso señalan que solamente se ha encontrado a sí misma.

Pero sólo ella conocía la verdad sobre su sonrisa.

La verdad es que ahora, en ese claro de Luna, ella no bailaba sola.
Mientras su vestido blanco vuela por la orilla del lago, ella siente que alguien acompaña su sueño. Unas manos rozan suavemente las suyas, y unos ojos solo tienen interés en ella mientras siguen su compás.

Los primeros en entenderlo son los árboles, que piden ayuda al viento para tararear la melodía más hermosa escuchada jamás por un ser vivo. 

Solamente un lobo solitario aúlla en mitad de la noche, rompiendo la armonía de la canción de los árboles y el baile de la Dama Blanca. Intenta explicarle a la Luna que la joven ya no baila sola. Que ha encontrado su sueño despierta.

Pero la Luna, como todo lo demás en el bosque, sólo atiende el baile del claro, donde hay un lago de agua de cristal, y un baile de eternidad.

José J. Granados

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