lunes, 4 de julio de 2016

Color melancolía

You’d like to paint the walls in blue - Lucía Scansetti, Sold out

Ilustración de Agnes Cecile







Y pasó de todo, hasta el tiempo. 

La pequeña estrella acabó convirtiéndose en una de las constelaciones más bonitas de la galaxia, a ojos de Luna, quien dejó de buscar soles que le iluminaran la sonrisa para dejarse quemar por el fuego de su estrella, prendiendo sus sentimientos y alumbrando las noches en las que apenas podía brillar.

Luna ignoró su propia órbita y trazó una elipse alrededor de su estrella, dejando de lado al resto de la galaxia durante meses, en los que agrandó su amor hacia ella, consiguiendo que acabase brillando más que nunca -pero ya no para ella-.

Al poco tiempo, la estrella, que ya se había acostumbrado al resplandor de Luna, abrió los ojos y quedó cegado frente al universo que había tenido oculto... Tiritó sobre el anillo de Saturno, buscó agua en Marte, besó la belleza de Venus e incluso redescubrió a Plutón. Mientras tanto, Luna fue desvaneciéndose, manteniéndose al margen donde tanto le escribía, volviendo a aislarse del exterior.

A todas estas, el Sol, que se había cansado de intentar eclipsar a Luna, brillaba más que nunca al estar a punto de morir; y un curioso astro cercano, expectador de todo lo sucedido, decidió acercarse a conversar con la alejada luna. 

— Te falta él, ¿no? Uno de tus problemas ha sido que él es, para ti, tu mundo, a pesar de vivir en la Vía Láctea — le dijo.

— La melancolía es del mismo color que él. Y es su color favorito, casualmente — contestó la luna absorta en sus pensamientos. 

— ¿La melancolía? ¿Y qué es eso? 

— La verdad es que no lo sé exactamente, se me olvidó lo que era al estar a su lado. Pero a mí me gusta mucho contarla, ¿sabes? Una, dos...

— Tres, cuatro, cinco. Como el número de estrellas que forman la constelación de su brazo, ¡ya sé lo que es! – comentó el astro, asombrado por la manera de hablar de su nueva amiga — pero... ¿Consigues distraerte? Quiero decir, ¿de esa manera las canciones ya no te recuerdan a él, a su magia? 

— La verdad... Es que no. Pero he de intentar que no me tiemble el alma por él — respondió la luna antes de romper su sonrisa radiante y echar a llorar. 

— Vaya, Luna, ¿estás bien?

Luna se ocultó. El astro me dijo que, esa noche, el firmamento lució tristísimo, llovieron mares en La Tierra y su estrella... 

Su estrella jamás supo que se había inmolado.


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