sábado, 27 de agosto de 2016

Acordes de un amor roto


"If the love that I got for you is gone, if the river I've cried ain't that long;
then I'm wrong yeah I'm wrong, this ain't a love song"
La música comenzó a sonar. Lentamente, mientras el oscuro vinilo giraba, ambos se unieron al baile que mantenía absortos a tantos corazones.

La agarró del alma y comenzaron a balancearse al son de sus latidos, mientras él acariciaba cada centímetro de su mente, adentrándose cada vez más en ella, haciéndole crecer unas hermosas alas.

Ella se acercó a su interior y se apoyó sobre él, dejando que la música invadiera su cuerpo y comenzara a inyectarse en sus venas. Se apartó unos centímetros para contemplar la oscuridad de su mirada, haciéndola sentir pequeña frente a aquel corazón cosido con acordes.


Se dejaron llevar como dos almas sin rumbo, renunciando a despegarse; los dos querían ganar la batalla contra el tiempo. Acompasaron sus latidos para tocar al son del otro, para que sus pulsaciones comenzaran a apresurarse al rozar las grietas de ambos.

Sus heridas comenzaron a repararse a cada movimiento que realizaban, quedando expuestos a la música, que ya circulaba con naturalidad por sus arterias; era lo que los mantenía vivos.

Sin siquiera saberlo, en los dos corazones comenzó a crearse un pequeño hueco donde los dos se colaron para refugiarse de todo. Ya no eran dos almas sin rumbo bailando al son de sus latidos, sino un solo corazón transportándose con cada nota de música.

Lentamente, los acordes que los habían acorralado entre las paredes de su mente comenzaron a sonar más viejos, volviéndose rotos, llegando a ser tan sólo suspiros en medio de la noche. Se estropearon lentamente, empequeñeciéndose con cada movimiento, sonando más y más bajos, hasta ser imperceptibles para nadie más que para ellos.

Hasta que la canción terminó.

Y en silencio, sin una palabra y sin haberse confesado sus dudas y temores, los dos corazones comenzaron a separase, haciendo más y más grande la distancia entre ellos.

Ella guardó sus alas y él las cerró con llave, prometiendo no volver a echar a volar solos nunca más.

Y se marcharon, separándose para siempre.
Sofía Santos
Galicia

No hay comentarios:

Publicar un comentario