lunes, 18 de abril de 2016

Sinestesia de mi irracionalidad

"El fin justifica los miedos". - Nietzsche




- Hola, corazón, qué arritmias tan bonitas tienes.
- Vaya, vida, qué taquicardias me dices...
- El silencio de tu compás me irrita los oídos, ¿sabías?
- Bueno, unos ojos tan ciegos como los tuyos jamás podrían haberme observado mejor.
- También has de saber que me pandió el cúnico cuando me deshiciste el amor, cuando me pusiste sentado y perdí el sentido.
- Tenías madera, pero yo iba a acabar por lanzar leña al fuego.
- ¿Jamás o nunca? ¿Recuerdas, siempre?
- Nunca digas jamás, jamás digas nunca.
- Todo lo que sube, baja, y tú estás a punto de caer.
- Me da igual, a estas alturas ya no siento ni vértigo.
- Yo ya no me temo, ahora te temo a ti, abismo abismal.
- Mi diástole no tiene sístole sin ti. Tócame.
- Húndeme.
- Un amor conocerte, placer de mi vida.
- Ojos de cielo, vamos a estrellarnos.
- Nuestros besos lloverán. Quiero temblar tu frío.
- Te he abrazado tanto, herida, que ya no quiero que te vayas.
- ¡Deja de gritarme a susurros!
- ¡No me levantes los temores!
- ¡Desnuda estás más sincera!
- ¡Desanúdame entonces!
- Jamás podré quitarte el nudo de la garganta, siempre será, nunca.
- Siento paz en mi guerra. De pequeña, renaceré en un tanatorio.
- De cenizas, con razón.




No hay comentarios:

Publicar un comentario