martes, 14 de julio de 2015

Amadeus


                                                                  Londres, jueves 13 de Abril de 1987
 



A mi mejor amigo,

Recuerdo aún cuántas horas pasamos juntos. Recuerdo aún el tacto de tu piel, el dulce sonido de tu voz. Recuerdo aún, el tiempo que estuvimos sentados, unidos, como si solo fuésemos uno, perdiendo la noción del tiempo. Lo que no alcanza a entender mi memoria, y apuesto a que es el paso de los años, es, qué diablos ocurrió. Eras mi mejor amigo. El único que sabía escucharme, entender mis sentimientos y hacerlos tuyos. Simplemente, eras tú.

Creían que estaba loco. Decían que hacer lo que hacía era para encerrarme en un manicomio, y aquí estoy. “Michael, ¿ya vuelves a hablar solo?.” “Ese amigo tuyo no existe”. “Amadeus es cosa de tu imaginación”. Odiaba esas frases. Las palabras de la gente, que en teoría me querían, siguen  disparándose en mi cabeza. ¡Insensibles! “La envidia es muy mala”, les respondía yo. Risas, risas malignas que, poco a poco, iban rompiendo mi delicado corazón. Y, gracias a ellos, gracias a esos idiotas que solo pretendían hacerme daño, estoy aquí. ¡Malditos besugos!. Les odio. Cuando salga de
esta cárcel, me las pagaran.

Amadeus, no sabes cuánto te hecho de menos. Necesito que vuelvas. Necesito que me saques de aquí. Que me ayudes a convencer a todos que estoy bien. Mejor dicho, a demostrar que estoy bien. “Michael, tú no estás bien, necesitas atención médica”. ¡Pamplinas! Yo lo único que quiero es tenerte aquí, como en los viejos tiempos.

¿Recuerdas ese día? ¿Recuerdas el primer día en qué nos vimos? Oh, que felices éramos en aquel entonces. Ambos éramos jóvenes, o al menos, éramos más jóvenes que ahora. Al principio no nos llevábamos bien... ja,ja,ja. Te negabas a hablarme como era debido. Ruidos extraños e ininteligibles salían de tu boca. Pero, gracias a muchas hores juntos, nos hicimos inseparables. Ojalá estuvieras aquí conmigo, recordando lo que ahora mismo estoy recordando yo...

Oh, Amadeus, ¡Cuánto te quiero!

Bueno amigo, pronto vendrán a decirme que ya es tarde para escribir, que debo descansar, y, que mañana, será otro día. Chorradas. Aquí solo me dicen chorradas. Pero, en verdad, no quiero escuchar sus irritables voces, así que, hasta aquí mi carta.

P.D: Nunca te olvidaré, nunca. Siempre estarás en mi frágil y viejo corazón. Siempre estuviste, estás y estarás en él.

Gracias por todo, mi querido violonchelo.

                                                                                                                                         Michael Smith



Maria Victory Cirer



No hay comentarios:

Publicar un comentario