lunes, 6 de julio de 2015

Burbujas

Y me lancé al agua de cabeza.
Noté cómo mi ropa se inundaba y el frío me recorría la espalda en forma de un escalofrío. Pero me gustaba esa sensación.
Mientras mi cuerpo descendía hasta el fondo y tocaba en suelo, iba soltando poco a poco el aire que mis pulmones contenían, creando burbujas.
Cerré los ojos con fuerza, gritando para liberarme de todas las emociones de los últimos días.
Cuando abrí los ojos de nuevo, distinguí una gran burbuja cerca de mí que se dividía en veinte más pequeñas, algunas más grandes que otras, en las que, de pronto, comenzaron a reflejarse rostros conocidos, girando en torno a mí y haciéndome sentir que no estaba sola.
Más lejos, en otras burbujas de distintos tamaños comenzaron a aparecer imágenes relacionadas con lo pasado durante los últimos días, imágenes que me habían hecho reír, enfadar e incluso llorar.
Sonreí; provocando con mi sonrisa que, de pronto, las burbujas comenzaran a explotar, hasta que no quedaron más.
Ascendí hacia la superficie y respiré hondo. Me acerqué a la orilla y me senté sobre la hierba, con los pies en el agua, mientras contemplaba mi reflejo en la superficie.
Las burbujas habían desaparecido, llevándose consigo los recuerdos y personas que nunca olvidaría.
Pero no estaba triste.
Sabía que, cuando me sintiera sola, las burbujas aparecerían y siempre, siempre, estarían a mi lado.
Sofía Santos

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