sábado, 4 de julio de 2015

Ladrillos de algodón

Aquí estoy, otra vez, mirando las nubes, podría pensar que las nubes son como el algodón, suave y pulcro, pero no pensaba así, creía que eran masas de agua evaporada impulsadas por el viento, me encantaba ver las formas de las nubes, podía estar allí horas pero en vez de eso me dormí

Cuando desperté me percate de que había una escalera a mi lado, no podía identificar su color pero se parecía al del cielo, se mantenía firme y recta sostenida por una fuerza invisible y parecía extenderse hasta el infinito. impulsado por la curiosidad comencé a subir, cuando llegué al final tenia los brazos agarrotados y me temblaban las piernas, había una plataforma del mismo color de la escalera que ahora era rojiza a juego con el atardecer, recogí mono de trabajo que había en el suelo y me lo puse. En su cinturón portaba un martillo y una cincel, en aquel momentos una nube se acerco lentamente y se sitúo a mi lado, ¿que debía hacer?.

La primera vez que empecé a esculpir la nubes algunas me salieron mal y se alejado enfadadas en forma de tormentas, pero en cambio las que esculpí correctamente en forma de paloma o mariposa se alejaron gracilmente, pero al poco tiempo se deformaban de nuevo, perdí la noción del tiempo, ¿cuanto tiempo había estad allí? ¿dos horas? ¿tres? me habían salido callos en las manos y con la llegada de la noche empecé a notar el frío, me disponía bajar pero la escalera era ahora negra y no la conseguí distinguir, en ese instante una ráfaga de viento me derribo de la plataforma y me tiro al vacío.

Me desperté en el campo, pensé que había sido un sueño sin embargo empecé a divisar las nubes que había esculpido.
-!vuelve a casa se avecina una tormenta¡- me ordeno mi madre
aunque estaba aun absorto pensado en lo ocurrido me dirigí allí pero sabia que volvería al cielo a esculpir las nubes de nuevo, a dar forma a mi imaginación.

Gerardo Guijarro (Cantabria)
   

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